1.9.05

Entraban las nubes arrastradas como casi siempre, hechas de masa húmeda a media madrugada, la cruz en el cielo del sur ya era un recuerdo de horas tempranas, más negras.
La luz de un poste pintó al otoño en la niebla que me capturaba... menos campo al ojo, la percepción habitó más cerca en mi cerebro, cerca de qué... una exquisita noción se alojó tendida.
Sutil la nuestra vida, cuando Es, el devenir, uno, todo.
En ese trance seducido vi a la Tierra desde alguna órbita frecuenciada por no se que fuerzas. Vivo el volumen de una esfera ingrávida, colosal ella.
Medias tintas bañaban al extremo oriente en Sudamérica, estos pagos se preparaban para abrigarse e iluminarse tenues de octubre.
A mis oídos llegaba una vibración pariente de un silencio abisal, no hubo mejor lugar para coger melodías y se extasió cada uno de mis poros al flanquear la brisa sideral.
Que importaban cien años después.
Ahí estaba, inextinta, inexperta, por tiempo insoluble.