5.9.05


Al centro de los valles
cerca de los australes treinta,
ahí donde el agua es densa
y la sombra es descanso,
donde el vino huele a ritos
y el verdor esfuma lechos praderos.

3.9.05


“__ ___”




Exhumanto



Someramente, el devenir del objeto, su concepción en lo ideal, su “vida” útil, en lo servil, hasta su defunción y reemplazo; vuelve a la materia una fracción, un vestigio de lo útil.

Fragmento del objeto como la parte de un todo material y fragmento del mismo como lo escindido de lo funcional.
Materia sucumbida a rigor de desecho, inutilidad, destrozo y entierro, testimonio objetual de lo propio y precedente.
La estética se asoma en la defunción de los objetos y en asistencia a su exhumación.

A partir del vestigio, es construido o destruido conocimiento, según la voluntad del sujeto de admitirlo o rehuirlo como Hallado. El objeto emana, el gesto sensible que admite aprehende. Trae con sigo categorías de estado, matéricas, de concepto (función), temporaneidad y emplazamiento (recorrido).


La belleza aflora en el comportamiento voluntarioso frente a...

"Experiencia surgida durante la ejecución con Sebastián Preece Rioseco de su proyecto en: Intervenciones de utilidad pública en el Hospital del Salvador, 2002."

1.9.05

Entraban las nubes arrastradas como casi siempre, hechas de masa húmeda a media madrugada, la cruz en el cielo del sur ya era un recuerdo de horas tempranas, más negras.
La luz de un poste pintó al otoño en la niebla que me capturaba... menos campo al ojo, la percepción habitó más cerca en mi cerebro, cerca de qué... una exquisita noción se alojó tendida.
Sutil la nuestra vida, cuando Es, el devenir, uno, todo.
En ese trance seducido vi a la Tierra desde alguna órbita frecuenciada por no se que fuerzas. Vivo el volumen de una esfera ingrávida, colosal ella.
Medias tintas bañaban al extremo oriente en Sudamérica, estos pagos se preparaban para abrigarse e iluminarse tenues de octubre.
A mis oídos llegaba una vibración pariente de un silencio abisal, no hubo mejor lugar para coger melodías y se extasió cada uno de mis poros al flanquear la brisa sideral.
Que importaban cien años después.
Ahí estaba, inextinta, inexperta, por tiempo insoluble.

En y con secuencias cerebrales de un viaje atómico,
desde y hacia un punto celestial interior,
la gran vibración,
el encanto de mi silencio
materia ultraviolácea detrás de mis ojos insaciables
.